Muerte En Cape Cod by Mary Higgins Clark

Muerte En Cape Cod by Mary Higgins Clark

autor:Mary Higgins Clark [Clark, Mary Higgins]
La lengua: spa
Format: epub
publicado: 2010-09-21T14:03:00+00:00


El ruido del carbón al bajar por la tolva despertó a Mike. Parpadeó. La luz se colaba por las persianas. Instintivamente echó un vistazo al reloj. Eran casi las tres. Vaya, debía de estar realmente exhausto. Laurie ya se había

levantado. Se puso unos pantalones color caqui, se calzó las zapatillas y aguzó

el oído para comprobar si se oían movimientos en el cuarto de baño. No oyó

nada. El albornoz y las zapatillas de Laurie estaban sobre la silla. Seguramente ya se habría vestido. Invadido por un temor irracional, Mike se puso rápidamente un chándal.

La sala. El comedor. La cocina. Las tazas de café seguían sobre la mesa y exactamente como las habían dejado. A Mike se le hizo un nudo en la garganta. El ruido del carbón al caer por la tolva comenzaba a disminuir. El carbón... Tal vez. Bajó las escaleras del sótano de dos en dos escalones. Por la carbonera asomaba una pila de brillantes piedras negras. Oyó el chasquido de la ventana al cerrarse. Miró las pisadas del suelo. Las huellas de sus zapatillas. Eran las marcas que habían dejado él y Laurie por la mañana al bajar en zapatillas.

Después vio las huellas de los pies descalzos de Laurie, las bonitas marcas con el arco pronunciado dejadas por sus pies delgados. Se detenían en la carbonera. No había señales de que volvieran hacia las escaleras. Sonó el timbre. Un sonido agudo e insistente como el de un gong que siempre le había disgustado y que divertía a su abuela. Mike subió las escaleras corriendo. Laurie. Que fuera Laurie.

El camionero tenía un papel en la mano.

—Firme el albarán, por favor.

El carbón. Mike aferró al hombre por el brazo.

—¿Cuando empezó a descargar el carbón, miró dentro de la carbonera?

Unos asombrados ojos azules en un rostro agradable, curtido por el aire y el sol, lo miraron fijamente.

—Claro que sí, miré para ver cuánto necesitaba. Estaba prácticamente a cero. No le habría alcanzado para hoy. Ha dejado de llover, pero seguirá

haciendo frío.

Mike procuró no ponerse nervioso.

—¿Se habría dado cuenta si hubiera visto a alguien dentro de la carbonera? Al fin y al cabo, el sótano está oscuro. ¿Habría visto a una mujer joven y delgada si hubiera estado allí dentro inconsciente?

Le leyó el pensamiento al carbonero. «Pensará que estoy borracho o drogado.»

—¡Maldita sea! —gritó Mike—. ¡Mi mujer ha desaparecido! ¡Mi mujer ha desaparecido!



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